En los últimos días ha dominado los titulares todo lo referente a la Reforma Constitucional; algo totalmente necesario para adecuar nuestra Carta Magna a los tiempos en los cuales vivimos actualmente. Este proceso debería ser una celebración a la Democracia, verdad?? Pues no lo es, al menos no en nuestro país. Lo que vemos y oímos a diario es la incapacidad, la ignorancia y la intolerancia de una gran parte de nuestros queridos "legisladores", y por supuesto la corrupción de otros tantos.Gritos, desorden, negociaciones económicas, pensamiento atrasado, gente repitiendo una y otra vez lo mismo: en definitiva un debate de muy mala calidad. Pero qué podemos esperar de estas personas.
En particular un tema ha dominado el debate en esta primera etapa de la Reforma y es el Aborto.
Este es un tema que siempre causa controversias, que tocas fibras sensibles y entra en territorio religioso-filosófico y científico, lo que da lugar a largas discusiones, que no derivan en un consenso.
Se puede estar de acuerdo o no con el Aborto, pero hay conceptos que no son rebatibles. Si bien es cierto que la vida empieza con la concepción, también es cierto que el embrión no se sustenta sin la madre hasta las 24 a 26 semanas.
Si se pasa el Artículo 30 del Proyecto de Constitución, daría pié a situaciones donde los profesionales de la medicina se hallen con las manos atadas ante la eventualidad por ejemplo, de una Preeclampsia Severa, con inminencia de Eclampsia, donde el tratamiento en todas partes del mundo es el desembarazo; o el caso de un Embarazo Ectópico, que si se deja evolucionar va a provocar una hemorragia interna a la madre y hasta su muerte.
Escuché a Dirigentes del Partido Reformista decir que se oponen al aborto porque son Pro-vida y que al ser un partido Social Cristiano, deben ir a favor de la Iglesia. Esto es un argumento sumamente desfasado y poco inteligente. No se trata de legalizar el aborto como método de control prenatal, simplemente es no dar paso a demandas a la clase médica por realizar su trabajo tal y como lo mandan los cánones de nuestra profesión ante eventualidades clínicas y patológicas que ocurren a diario.
Debemos pensar como una nación moderna. Hay que separar la Iglesia del Estado.
En particular un tema ha dominado el debate en esta primera etapa de la Reforma y es el Aborto.
Este es un tema que siempre causa controversias, que tocas fibras sensibles y entra en territorio religioso-filosófico y científico, lo que da lugar a largas discusiones, que no derivan en un consenso.
Se puede estar de acuerdo o no con el Aborto, pero hay conceptos que no son rebatibles. Si bien es cierto que la vida empieza con la concepción, también es cierto que el embrión no se sustenta sin la madre hasta las 24 a 26 semanas.
Si se pasa el Artículo 30 del Proyecto de Constitución, daría pié a situaciones donde los profesionales de la medicina se hallen con las manos atadas ante la eventualidad por ejemplo, de una Preeclampsia Severa, con inminencia de Eclampsia, donde el tratamiento en todas partes del mundo es el desembarazo; o el caso de un Embarazo Ectópico, que si se deja evolucionar va a provocar una hemorragia interna a la madre y hasta su muerte.
Escuché a Dirigentes del Partido Reformista decir que se oponen al aborto porque son Pro-vida y que al ser un partido Social Cristiano, deben ir a favor de la Iglesia. Esto es un argumento sumamente desfasado y poco inteligente. No se trata de legalizar el aborto como método de control prenatal, simplemente es no dar paso a demandas a la clase médica por realizar su trabajo tal y como lo mandan los cánones de nuestra profesión ante eventualidades clínicas y patológicas que ocurren a diario.
Debemos pensar como una nación moderna. Hay que separar la Iglesia del Estado.

