Como dominicano muchas cosas me preocupan. Me preocupa que todos los partidos políticos sean iguales; me preocupa que todos los candidatos sean iguales. Me preocupa también que no haya seguridad en nuestras calles. También que el pobre no se pueda enfermar, porque no puede costear ni siquiera una simple gripe. Me preocupa pensar que nuestro pueblo no conozca su propia historia, ni mucho menos la historia de nuestras naciones vecinas, ya que como todos saben el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Me preocupa la falta de oportunidades justas para los profesionales, pues de qué vale estudiar y tratar de ser productivo, si al final los mejores trabajos los obtienen aquellos que son "hijos de alguien". Me preocupa sobremanera la falta de valores que prima en las nuevas generaciones, también la falta de verdaderos líderes y no demagogos. Me preocupa que los niños dominicanos admiren más a "cantantes" urbanos que a figuras como Duarte, Luperón, Manolo Tavarez, entre otros.
Pero lo que más me preocupa es la indiferencia de los jóvenes hacia lo que pasa en su país. Es inconcebible que las nuevas generaciones piensen individualmente, indiferentes a lo que pasa a su alrededor cada día. Ese letargo en el que parecen estar nuestros jóvenes es sumamente peligroso, pues mientras cada uno se sumerge en su propio mundo, los destinos de la nación están siendo guiados por otros, y sin darnos cuenta podemos estar cayendo en una espiral de acontecimientos que nos devuelvan a la falta de libertad, la pérdida de la dignidad y soberanía en la que nos vimos envueltos hace más de medio siglo.
Ojalá y podamos despertar de este letargo, y comenzar a trabajar por la regeneración moral de nuestro país. Es indispensable que esto suceda, es vital. Tenemos que educar al país, educar nuestros niños, formar una nueva generación capaz de rediseñar el país que Duarte ideó, y por el que tantos dominicanos han muerto a lo largo de 163 años de historia.
Pero lo que más me preocupa es la indiferencia de los jóvenes hacia lo que pasa en su país. Es inconcebible que las nuevas generaciones piensen individualmente, indiferentes a lo que pasa a su alrededor cada día. Ese letargo en el que parecen estar nuestros jóvenes es sumamente peligroso, pues mientras cada uno se sumerge en su propio mundo, los destinos de la nación están siendo guiados por otros, y sin darnos cuenta podemos estar cayendo en una espiral de acontecimientos que nos devuelvan a la falta de libertad, la pérdida de la dignidad y soberanía en la que nos vimos envueltos hace más de medio siglo.
Ojalá y podamos despertar de este letargo, y comenzar a trabajar por la regeneración moral de nuestro país. Es indispensable que esto suceda, es vital. Tenemos que educar al país, educar nuestros niños, formar una nueva generación capaz de rediseñar el país que Duarte ideó, y por el que tantos dominicanos han muerto a lo largo de 163 años de historia.
